Los compositores alcoyanos
desde Juan Cantó hasta hoy han dotado a nuestras fiestas de un repertorio
propio que ha ido evolucionando a lo largo del tiempo. En el último cuarto del
siglo XIX los grandes músicos alcoyanos se ocuparon de generar obras que
consideraron adecuadas al carácter de los diferentes actos que hasta entonces
se nutrían de pasodobles toreros, marchas militares y hasta de polkas. Así se
han ido creando géneros y subgéneros que han proporcionado un repertorio
caracterizado por la adecuación a cada acto, al espacio físico por donde se
desarrolla y por la enorme calidad de buena parte de la música compuesta.
De la mano de Juan Cantó nace
en 1882 el pasodoble dianero “Mahomet”,
más tarde en 1907 se incorporará la marcha mora “A-Ben-Amet” de Antonio Pérez Verdú y
finalmente en 1958 Amando Blanquer denomina
“Aleluya” a la primera marcha
cristiana. A estos géneros habría que añadir la incorporación de música
incidental creada para los boatos: ballets, acompañamiento de carrozas, etc y
los subgéneros de los tres principales: pasodobles rápidos propios de los
desfiles de caballerías y pasodobles lentos, como el “pas moro” “Un moble mes”,
marchas orientales, árabes, abencerrajes, etc. y la música religiosa: marchas
de procesión, Walí, Himno a San Jorge, Misa Festera…
Cuando hablo de repertorio
musical alcoyano no me refiero al compuesto exclusivamente por músicos nacidos
en Alcoy, compositores de las comarcas vecinas tambien han creado obras que se
adaptan perfectamente a nuestros actos, que los ensalzan y dignifican. Siempre
ha habido algo en común que nos une: el estudio y conocimiento del gran
repertorio.
Los artistas, en sus diversas
manifestaciones, estudiamos a los grandes creadores de todas las épocas: sus
obras, evolución, técnicas, aportaciones novedosas. No imagino a un compositor
que no haya analizado las obras a Bach, Haydn, Mozart, Beethoven, Brahms,
Mahler, Bruckner, Stravinsky, Boulez… y así hasta los de vanguardia. Se
imaginan a un pintor que no haya trabajado diferentes técnicas ni estudiado a
los grandes pintores de todas las épocas. La creación tiene que pasar
necesariamente por un aprendizaje, conocimiento de lo que está creado y a
partir de ahí se empieza a estar en disposición de crear con lenguaje propio.
Con las nuevas tecnologías están aflorando, siempre han existido, “artistas” de
todos los ámbitos con muy poco o ninguna preparación, como dice un buen amigo
músico “la ignorancia es la madre del atrevimiento”.
Por todo ello reivindico el
gran repertorio de la música escrita para nuestra fiesta, la que nos ha hecho
ser lo que somos. Música dirigida al festero y al público pensada para el Carrer
San Nicolau, la Plaça, no olvidemos que este es el gran hecho diferencial de nuestra
fiesta y que merece lo mejor en todos los aspectos, el plástico y el musical.
Así como la Asociación de San
Jorge regula y supervisa los diseños que cada año aparecen en los boatos no
ocurre igual con la música. Tengo la sensación de que es una anarquía que
interesa a todos. ¿Quién es el asesor musical de la Asociación para decirme a mí
con que música voy a hacer de cabo?. Nadie, evidentemente, solo soy un titulado
superior en música que suma a esta cualificación el amor por la fiesta y por la
música tan solo puedo tratar de convencer, sugerir, asesorar.
No se trata de conseguir una
regulación impositiva sino hace ver a los festeros:
- La amplitud y calidad de nuestro repertorio histórico.
- La necesidad de evitar repeticiones de obras en dianas,
entradas y procesiones.
- Cuidar el equilibrio entre maderas, metales y percusión
en las plantillas de las bandas.
- Evitar excesos en la incorporación de instrumentos que
desequilibran los grupos.
Respecto a la incorporación de
nuevo repertorio he de decir que desde
hace unos años se ha introducido una forma de hacer la música festera de
compositores que escriben maravillosamente pero cuya estética, interválica,
conducciones melódicas están lejos de nuestras tradiciones. Ahora priman las
texturas, las fuertes dinámicas, los cambios súbitos, los efectos de sfz, la
escritura casi coral, el lenguaje simple, la ausencia del contrapunto.
La simpleza mal entendida, esta es la clave, el
lenguaje chabacano, porque ahora
cualquiera sin formación, ni estudios se está convirtiendo en un héroe
del momento recibiendo encargos. La música
es un lenguaje codificado al igual que lo es la lengua castellana, para escribir un libro cuanto
menos, se deben conocer las formas
verbales, normas gramaticales y ortografía.
En este momento la composición de música festera se está haciendo, en algunos
casos, sin esas mínimas normas elementales.
Tan solo pido que no se olviden de los grandes y respecto a los compositores vivos, que se respete a quienes sí conocen el gran
repertorio, a quienes han hecho el esfuerzo y sacrificio de hacer una carrera,
a quienes aman y respetan nuestra fiesta, a nuestro público, nuestra idiosincrasia y que tengan en
cuenta nuestra historia.
Yo quiero que me opere un cirujano, que me diseñe la casa un
arquitecto, que me confiese un sacerdote, que me haga un traje el sastre, que
me repare el coche un mecánico…
Sobra por tanto el
intrusismo y la ignorancia.
Francisco Amaya Martínez. Titulado Superior de órgano – Profesor numerario de Coro y Orquesta